En el primer ejemplar publicado, el del 1 de febrero de 1881, el logotipo que habría de perdurar aparece no en la portada pero sí en la contraportada. Y será este logo el que a partir de 1924 y con pequeñas variaciones llegará a nuestros días.
El 10 de abril de 1882 pierde el punto (.) posterior a la última A.
En enero de 1888, año de la refundación del diario en el que cambia de formato, se adopta una letra de palo seco.
En 1903 sufre una pequeña variación con motivo del traslado de La Vanguardia a la sede de la calle Pelai, lo que posibilita su impresión en rotativa. También en 1906 se constata algún pequeño retoque.